Los primeros indicios de la guerra mundial
Los prolegómenos de la guerra.
Europa sale de la primera Guerra Mundial empobrecida y lacerada. Los traumas humanos y económicos ocasionados por la guerra pusieron a prueba al viejo continente, dando lugar a fenómenos dictatoriales y totalitarios: el nazismo alemán, el fascismo italiano y el régimen comunista de la Unión soviética.
Además, las grandes democracias occidentales mostraron cierta tibieza ante el auge de este movimiento, especialmente ante los excesos del Partido Nazi, que pese a alcanzar el poder de forma democrática, muy pronto empezó a hacer gala de su filosofía tiránica y afán expansionista a cualquier precio.
Esto trajo a mal a la sociedad alemana, a pesar de los buenos discursos por parte de su gobernante, no todo era bueno y los ciudadanos empezaban a verse inquieto por la falta de paz y seguridad no tan solo en sus fronteras sino dentro de sus propias calles.
Alemania había sufrido las humillantes condiciones recogidas en el Tratado de Versalles (unas negociaciones en las que el país germano no pudo estar presente), que supusieron un duro revés tanto para su economía como para la moral del pueblo. De este modo, sus ciudadanos terminaran apoyando las propuestas revanchistas y populistas que plantea el nazismo, que a partir de 1933 controla en solitario el timón del país.
Las desventajas de la propuesta del nazismo
Sin embargo pronto se darían cuenta de que no era tan sencillo lo propuesto por el nazismo, si bien el Tratado de Versalles no era tan bueno, lo que proponía el nazismo para recuperarse era mucho peor.
Por otro lado, los ecos de la Gran Depresión durante los años 30 también afectaran a todas las grandes potencias occidentales, especialmente a las europeas, aun endeudadas tras los años de la Primera Guerra Mundial.
Bajo estas premisas estallara la Segunda Guerra Mundial, una contienda que expondrá a los pueblos a sufrimientos inimaginables, y que provocara el monstruoso genocidio de los judíos y la muerte de más de 40 millones de seres humanos.
