La paz armada del siglo xx y sus consecuencias.
La paz armada del siglo XX
El káiser Guillermo II (derecha) y el zar Nicolás II, dos de los emperadores más poderosos del mundo, en Berlín en 1900.
Durante los primeros años del siglo XX, las grandes potencias europeas seguían siendo las mismas que doscientos años atrás, aunque ahora la posición de cada una de ellas había ido cambiando. Gran Bretaña conservaba su preeminencia, sobre todo gracias a su vasto imperio territorial, cuyas colonias se encontraban repartidas por todos los continentes, y a su enorme poder naval, que le garantizaba el control de los mares y una extensa red comercial con todo el mundo. Enfrente tenía a Alemania, una nación poderosa (económica y militarmente) que aspiraba desbancar a Gran Bretaña de su hegemonía.
Francia, Austria-Hungría y Rusia, en cambio, estaban viviendo ahora sus horas más bajas. El Imperio ruso, a pesar de su gran extensión territorial y su cuantiosa población, se hallaba económicamente muy retrasado respecto al resto de las grandes potencias, sobre todo debido a que su economía seguía siendo principalmente agraria, pues la revolución industrial llegó tarde y mal. Este hecho se vio reflejado también en su ejército, que sufrió importantes derrotas contra Francia e Inglaterra en 1855-1856, y contra Japón en 1904- 1905.
Francia, aunque seguía siendo hegemónica culturalmente, también había perdido lustre como gran potencia, especialmente a partir de su derrota en la guerra francoprusiana de 1870, que conllevó tanto la pérdida de las regiones de Alsacia y Lorena como el crecimiento de una enorme enemistad y un gran sentimiento de revancha hacia Alemania. Austria- Hungría, por su parte, empezó a sufrir las tensiones propias de un imperio compuesto por múltiples nacionalidades, que a la postre terminarían entrando en conflicto unas con otras, especialmente entre los eslavos (croatas, serbios, checos, etc.). Las tensiones entre los distintos imperios estaban servidas.
Alemania y el objetivo de desbancar a Gran Bretaña
Alemania, consciente de que si quería desbancar a Gran Bretaña de su liderazgo mundial debía competir con su poder naval, empezó ya a partir de los primeros años del siglo xx a construir una gran armada. Los ingleses, alarmados, hallaron todas las facilidades para establecer una gran alianza con los franceses (la Entente Cordiale, en 1904), puesto que compartían un gran recelo y temor hacia las ambiciones del káiser alemán Guillermo II. A esta alianza se le unió el Imperio ruso, el gran aliado de Francia, en 1907, con lo que formaron la Triple Entente.
Frente a ellos no tenían solamente a una Alemania en plena acción de rearme, sino también al Imperio austrohúngaro y a Italia, que en 1882 ya habían firmado una Triple Alianza. Las continuas fricciones entre las distintas fuerzas provocaron el inicio de una febril carrera armamentística con el fin de estar preparadas para un más que posible conflicto a escala europea que a todas luces parecía ya entonces inevitable